«Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible».
Ante los posibles efectos, del Cambio Climático, según la CICC, sobre los recursos hídricos, las aguas subterráneas son estratégicas y vitales y pueden contribuir a paliar las consecuencias de la previsible reducción de las precipitaciones y de la variabilidad de las mismas. Son de disponibilidad casi inmediata, técnicamente de fácil acceso y de bajo coste económico de explotación.
Los acuíferos cubren más del 90% del territorio español, y el aprovechamiento de sus aguas, asciende a unos 7.000 hm3/año, que en periodos de sequía puede incrementarse hasta en unos 1.000 hm3 más; aguas que se destinan al suministro de más de 12 millones de habitantes, un 70 por ciento de núcleos urbanos, y se riegan del orden del tercio del total de superficie de regadío, estimada en algo más de 3.000.000 ha y a un número importantes de industrias no asociados a las redes urbanas. Son soporte de importantes ecosistemas acuáticos y zonas húmedas: Doñana, Tablas de Daimiel, Fuente de Piedra, entre otras muchas.
Naciones Unidas (NU), consciente de la importancia de los recursos hídricos para la vida, la sociedad y la convivencia internacional, reivindica sistemáticamente una gestión adecuada y eficaz de los mismos que garantice el buen uso y la sostenibilidad. Para recordarlo y alertar sobre su alcance estableció el «Día Mundial del Agua» que, desde el año 1992, se celebra cada 22 de marzo. En este año 2022, el lema que preside esta celebración es «Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible», poniendo de manifiesto el gran valor de estos recursos que, aunque subterráneos (invisibles), son tangibles (visibles) en multitud de usos y circunstancias.
«Hacer visible lo invisible». Estas aguas son visibles, lo ponen en evidencia los miles de manantiales, surgencias naturales y fuentes, además de los millones de pozos, sondeos o galerías que captan las aguas subterráneas para ser aprovechadas en satisfacer nuestras necesidades. Son invisibles porque no se ve dónde se encuentran, de dónde proceden, cómo circulan en el subsuelo y cómo emanan a superficie. En esto es donde hay que hacer el mayor esfuerzo, con enseñanza y divulgación y explicando a la sociedad que el agua que bebemos, en muchas ocasiones, es agua subterránea y con ellas se riega cientos de millares de hectáreas y, además, sustentan ecosistemas acuáticos y zonas húmedas.
En España, el volumen de recursos renovables de aguas subterránea está evaluado entre 20.000 hm3/año y 30.000 hm3/año de los que hay que descontar las restricciones ambientales y la explotación actual, estimada en unos 7.000 hm3/año que, en algunos de los periodos de sequía pasados, se han incrementado en unos 1.000 hm3/año adicionales. Se concluye, por consiguiente, que existe un importante superávit de aguas subterráneas de buena calidad, debido a la protección natural de los acuíferos, que puede aprovecharse para el abastecimiento humano, para el regadío agrícola y los procesos industriales, además son esenciales para la sostenibilidad de los ecosistemas y humedales.
Estas aguas, están disponibles en las 762 masas de aguas subterráneas, identificadas en los Planes Hidrológicos, que ocupan una superficie de 479.000 km2, que representa casi el 95% de la superficie total española (505.990 km2). De estas masas, el 76% se encuentra en Buen estado cuantitativo, el 65% en Buen estado químico, y globalmente, en Buen estado, el 56% (MITECO 2020).
El uso de las aguas subterráneas ha aportado beneficios sociales, ambientales y económicos innegables en extensas áreas que estaban deprimidas. Sin embargo, el abuso en algunos casos y el descuido en su protección en otros, ha ocasionado problemas de sobre-bombeo y deterioro de la calidad original en ciertas zonas.
En esta conmemoración, es importante hacer partícipee a toda la sociedad de la trascendencia de las aguas subterráneas, sobre todo en los lugares donde no existen otros recursos, y como alternativa para solventar situaciones conflictivas por escasez de agua.
Con perspectiva de futuro y con la incertidumbre de los efectos del cambio climático, las aguas subterráneas adquieren particular relevancia. Para continuar teniendo la ventaja de disponer de cuantiosos recursos de aguas subterráneas, de buena calidad, hay que mejorar la gobernanza y concienciar a los usuarios y ciudadanos de la necesidad de cuidarlas y preservarlas, para que estén disponibles cuando realmente se necesiten.
En el manifiesto: se llama la atención sobre los cuantiosos recursos de aguas subterráneas existentes y su valiosa contribución, como generadores de actividad y desarrollo social y económico.
Asimismo, se alerta de la falta de profesionales de la hidrogeología en la investigación y gestión administrativa del agua. Según la información disponible, en la gran mayoría de las Confederaciones Hidrográficas no hay hidrogeólogos, o su número es insuficiente para la eficaz y buena gestión de las masas de aguas subterráneas.
Se incide en la falta de gobernanza de los recursos hídricos, en general y de las aguas subterráneas en particular, lo que ocasiona que crezcan y se agudicen los problemas.
Se advierte de que es preciso tener en cuenta las aguas subterráneas e invertir en ellas y, sobre todo, ejecutar las medidas tendentes a su regeneración al buen estado, ya que si no es difícil, e incluso imposible, garantizar el suministro y las dotaciones necesarias, cuando la escasez y la sequía merman los recursos de aguas superficiales disponibles.
Se propone por todo ello su investigación sistemática, pues siendo las aguas subterráneas la parte oculta o no visible (bajo tierra) del ciclo hidrológico, para saber dónde se encuentran, explorarlas, caracterizarlas y ponerlas a disposición de los diferentes usos y usuarios, se necesitan unos conocimientos que solo los hidrogeólogos poseen.
La legislación actual, Ley de Aguas y la Directiva Marco del Agua, nacen con el reto de tomar medidas para proteger las aguas, prever los posibles efectos del «Cambio Climático» y la sostenibilidad, ante los incrementos de las necesidades. El agua en España se caracteriza por la gran irregularidad de su distribución. A ello se suma la incertidumbre por los posibles efectos adversos del «Cambio Climático». Para corregir las disfuncionalidades y lograr los objetivos ambientales, se cuenta con los «Planes hidrológicos de Cuenca», actualmente en su tercer ciclo correspondiente al periodo 2022-2027.
El Memorando ha sido elaborado por las asociaciones, club y fundaciones donde se agrupan los hidrogeólogos que desarrollan su labor en esta disciplina, tanto en las diferentes administraciones, empresas o en el libre ejercicio, al que se ha adherido otras entidades relacionadas con los recursos hídricos.